jueves, 25 de junio de 2009

Réquiem prematuro por el Caminante Lunar.


Nostalgia. De niño pasaba más tiempo tratando de imitar el moonwalker que haciendo pataditas. Cuando vi la película del mismo nombre -una tarde y por PANTEL- supe que no podía haber nada más alucinante. Fue mi Alicia en el país de las maravillas. Mi pequeña revolución. Mientras la mayoría de mis amigos pugnaban por llenar el álbum de las tortuninjas, yo iba en plan guerrilla a comprar figuritas de Michael Jackson y las entrellas del Rock. No tenía con quién intercambiar las repetidas. Mejor para mí. Nada enriquece más una buena niñez que los tesoros escondidos. El mío, merced del álbum, estaba formado por dos cintas de VHS, un poster cortesía de Pepsi y un casette pirata que fue el único que no regrabé cuando mis gustos en la música empezaron a cambiar.
Música. No es exagerado decir que casi todo el pop que se escucha en la actualidad tiene una deuda -directa o indirecta- con su talento para la melodía exacta, El beat hipnotizante. los ganchos irresistibles. Desde el mocoso encantador que brillaba por luz propia en los Jackson 5 hasta el etéreo bailarín de guante negro y medias blancas, sus canciones -junto a un manejo vanguardista del aspecto visual- fueron revolucionarias hasta el punto de volverse universales. Quién diablos no ha escuchado Thriller.
Universal. Jackson es sin duda el último artista pop de alcance global. Porque Madonna aún llena estadios, Justin -un deudo suyo- se vuelve más interesante con cada disco y en Nueva Zelanda seguro hay un club de fans de los Jonas Brothers. Pero ninguno ha podido alcanzar el nivel de masividad que tuvo Michael en su mejor época. Que se entienda, el mundo estaba a sus pies. Su llegada a los aeropuertos paralizaba el país de turno y las noticias que llevaban su nombre no iban al bloque de espectáculos. Eran primera plana.
Noticias. El 13 de julio iba retomar lo que mejor hacía: volar la mente de millones al unísono. Seguramente no sería lo mismo. Pero iba a ser igual. La reciente ola de conciertos en el Perú activó una lucecita de esperanza. 13 de julio es además el día de mi santo. Quién dice y a lo mejor la magia existe, pensé.
Hoy no hay magia. Solo la sensación de haber recuperado -por un instante- un pedacito de épocas felices para perderlo luego con un verbo en tiempo, para mí, imperfecto: Murió. Michael Jackson murió. No he llorado. No pienso comprar nada de la parafernalia que de seguro ya muchos prepararan en torno a su leyenda. Pero una sensación similar a aquella que tuve la tarde en que intenté, como siempre, pasar un rato de diversión con mis juguetes para descubrir que éstos ya no cobraban vida propia en el jardin me invade en este un momento.
Y eso jode.
¿Estoy siendo subjetivo? ¿me dejo llevar por la imparcialidad al momento de teclear? ¿evito temas incómodos? ¿la pasión sobre la razón? Seguro que sí. El rato en que la música y los recuerdos deban abordarse con una regla en vez de un garabato, la vida se me volverá tan insípida como un parche para evitar los cigarrillos. Como era antes del Moonwalker.
Buen viaje, Jacko.

3 comentarios:

Jesmo dijo...

Recuerdo ese VHS....creo q a todos los de nuestra generación, q lo conocimos como herencia y también como presente, pensamos lo mismo....el es inmortal...buen post!!

Anónimo dijo...

Yo también creí q MJ era inmortal... me sorprendió la noticia tanto como a los demás... nací en los 80's y mi niñez estuvo plagada de alucinaciones en cuanto a intentar el moonwalker solo en mi cuarto mientras los demás niños jugaban a las canicas o al fútbol 6. Intentaba una y otra vez hasta creer haberlo dominado para luego ir y mostrarlo a mis brothers del barrio y alucinarlos jajajaja. Buen post, aunque pienso que no dejas de caer en las analogías o metáforas sobreactuadas. Ten en cuenta que tarde o temprano vendrá algún lector que no tenga la más mínima idea de lo que quieres decir :). Adeu

Pierina Riofrío dijo...

te repito lo que te dije por msn: me gusta como escribes